Siendo estudiante me enseñaron que, para la recta interpretación de la Biblia, había que tener en cuenta un buen puñado de enunciados que conducían al conocimiento del sentido verdadero y, por ende, auténtico del texto sagrado. Entre ellos había uno que advertía que todo texto debe ser interpretado en su contexto, tanto anterior como posterior.
Traigo todo esto aquí porque el desconocimiento de este sencillo principio interpretativo llevó al presidente Zapatero a cometer un doble fallo en el texto bíblico que le sirvió de arranque para su intervención en el Desayuno de Oración, en Washington.
El presidente leyó el capítulo 24, versículo 14-16a, del libro del Deuteronomio, que dice así: «No explotarás al jornalero, pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante que vive en tu tierra, en tu ciudad; cada jornada le darás su jornal, antes de que el sol se ponga, porque pasa necesidad y está pendiente del salario».
Y tenía que haber seguido su lectura con el versículo 16b, que es complemento de lo anterior, y que dice: «Si no, apelará al Señor, y tú serás culpable».Y es que los enunciados primeros quedan en el aire sin esta última afirmación, que es su contexto. Primer fallo.
Y el segundo es consecuencia de éste: se omite el fundamento 'teológico' de las prohibiciones o mandatos (No explotarás...Si no, apelará al Señor...') y de esta manera se priva a la Biblia de su carácter esencial y único: el de ser Palabra de Dios. Y por eso, lo que resulta de la acción punible de 'explotar' al otro no es sólo injusticia, sino 'pecado' ('tú serás culpable'), algo que va contra Dios mismo, por eso de ir contra alguien querido sobre manera por Dios, como es el débil.
En fin, mal el presidente Zapatero al ignorar tan sencillo principio, aplicable a todo escrito, y más si se trata de un texto que carga con años y es de cultura distinta a la occidental; muy mal, al no asesorarse en materia hacia la que él no tiene inclinación gustosa; y pésimo si teniendo conocimiento propio o prestado de lo anteriormente dicho quiso dejar las cosas en ese punto y no pasó adelante por no citar el nombre de Dios, que venía a continuación -que todo puede darse- y obviar el calificativo de 'culpa-pecado', a todo engaño hecho al trabajador en su esfuerzo y en su salario.
En esta ocasión, como en otras muchas, el esfuerzo del presidente Zapatero fue sacar las cosas de su contexto, que es una manera de querer cambiar la realidad, o lo que es lo mismo, no admitir la verdad.
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