¿Y la Biblia...? ¿donde estaba?

El profesor Javier Fuenzalida hace en estrategia.cl una reflexión  que me la he hecho yo mismo muchas veces. Pero aún así, duele al "amor propio patrio" el que nos presenten con tanta crudeza datos que difícilmente se pueden cuestionar.

Ahora bien, yo al menos he encontrado un consuelo. Y es algo que aunque está implícito en el texto de Javier, puede pasar desapercibido para aquellos que no están algo versados en la historia de las reformas religiosas del siglo XVI en Europa.

Les dejo con el texto de Javier y luego retomo el tema:

... continúo con mi reflexión:

Como decía al principio, yo he encontrado un consuelo ante esos repetidos "clichés" que, aún no siendo más que tópicos, se valen de la tozuda realidad que repetidamente les da la razón; como ha mostrado Javier. Me refiero al hecho de que esa diferencia entre pueblos del norte, laboriosos, ahorradores y emprendedores por un lado; y pueblos del sur, ociosos, gastadores y conformista por otro, no tiene nada que ver con la genética o la raza.

Javier se centra en constatar las diferencias observables entre países "del norte" y países "del sur". Pero lo que hay detrás, lo que origina esas diferencias, no es la genética ni la raza: es la cultura, el conjunto de hábitos de comportamiento y relación social.

Pero claro, aún más allá de la cultura ya implantada en una sociedad, está el origen de ese conjunto de hábitos practicados por la población en general. Normalmente el conjunto de prácticas sociales se van asentando a lo largo de siglos, en función de las vicisitudes históricas y las particularidades del entorno. Pero lo que ocurrió en la Europa del siglo XVI no respondió a ese patrón. Los cambios culturales ni duraron siglos ni fueron discriminados por territorios: el progreso de la transformación cultural fue rápido; tan rápido como la rápida difusión de un conjunto de informaciones estructuradas en varios libros: la Biblia.

Aunque es bastante conocido que la reforma protestante empezó con Lutero y su énfasis en la Biblia, en nuestro entorno de "países del sur" este hecho es considerado simplemente como "un asunto de pugnas religiosas": unos enfatizaban unas cosas, y otros enfatizaban otras. Y claro, la bandera protestante era "la Biblia".

Y aunque hay verdad en ese otro "estereotipo", no es toda la verdad.  También es verdad que mayoritariamente, en los países protestantes, a la Biblia, ademas de leerla, se la tomaba en serio; y se aplicaban sus principios y valores. En esos países sí se producían las transformaciones mentales que aconseja Pablo (Romanos 12:2, Efesios 4:22-23). Y fueron esas mentes cambiadas las que influyeron positivamente en las sociedades de Norteuropa hasta el punto de marcar las diferencias que nos ha recordado Javier en su artículo.

No es cuestión genes. No es solo cuestión de cultura. Es cuestión de fundamentos. Y cuando los fundamentos de una sociedad están arraigados en la Biblia, ciertamente, "otro gallo es el que canta".

También sobre la misma temática: Detrás del deleite por el trabajo... estaba la Biblia.