Recreando aromas bíblicos

El Museo Internacional de la Reforma, de Ginebra, ha cosechado tal éxito de público y crítica con su exposición sobre los perfumes en la Biblia que ha decidido prorrogarla.

Titulada "Perfumes antiguos, fragancias bíblicas", ésta exposición muestra doce ingredientes aromáticos que son citados con asiduidad en la Biblia.

La historia del perfume no se limita al relato de su función sensual olfativa, también se encuentra en la Biblia, donde ejerce una función sagrada. En la Antigüedad el perfume responde a cuestiones de religiosas, pero según pasan los siglos, adquiere valor terapéutico, de higiene y de prevención de contagio de enfermedades. Finalmente adquirió usos cosméticos y sensuales.

La muestra consiste en un recorrido olfativo por los diversos libros de la Biblia. Los aromas están disponibles para el visitante, que puede olerlos antes o después de leer alguno de los pasajes bíblicos donde se le citan.

Los perfumes bíblicos más conocidos son la mirra y el incienso que los Reyes Magos ofrecieron a Jesús recien nacido en Belén y el nardo que María, la hermana de Lázaro y Marta, usó para perfumar la cabeza y los pies de Jesús.

El incienso fue ofrecido por la reina de Saba al rey Salomón y por los Reyes Magos al niño Jesús. También lo usaba Nerón; con él se curaba las heridas de su cara tras las noches de orgías. Aún se sigue usando en las iglesias.

La mirra se presenta en la Biblia como instrumento de seducción: Esther lo utiliza como aceite de masajes antes de encontrar al rey Assuérus. Pero también como elemento del ritual, ya que es el principal componente del aceite de unción. También se usó para calmar las heridas de Jesús tras la crucifixión.

En la muestra también se pueden sentir el arrayán, el bálsamo, el junco, el ládano, la canela, el galbanum, la henna, el azafrán, y el storax.

Por último, la exposición deja lo sagrado y muestra tres "perfumes históricos", compuestos, muchos por varias de las esencias que se presentan individualmente en la exposición: El perfume real, muy usado en la antigüedad antes de nuestra era; el agua de ángel, especialmente apreciado en el Renacimiento; y el perfume antipeste, uno de los únicos métodos para prevenir la enfermedad.

Todas estas fragancias han sido elaboradas por la firma ginebrina Givaudian, líder mundial de perfumería.