(Una colaboración de Faustino Vicente)
En vísperas de Navidad, podemos asegurar que el consumismo va a romper un nuevo record, que familias se van a reunir para la cena, que las iglesias celebrarán solemnidades especiales, que Papá Noel va intentar robar la cena do cumpleañero, que la solidaridad estará a flor de piel y que la expresión – Feliz Navidad – será la campeona.
Más allá de esas manifestaciones, que suceden todos los años, sería bienvenido un regalo...sin fecha de vencimiento.
Nuestra sugerencia está dirigida para los líderes de organizaciones, – públicas y privadas –, de todos los tamaños y actividades, para que la espiritualidad, sin ningún vínculo con la religión, gane espacio en el cotidiano de las empresas.
Ante los descubrimientos científicos, del avance tecnológico y del progreso material en el mundo, que, son bienvenidos, estamos convencidos que hay un desfasaje entre esa realidad y la evolución de las relaciones interpersonales, generando un profundo abismo entre el océano de pobres y la isla de ricos.
Presión excesiva para aumentar la productividad y reducir costos, asedio sexual, vergüenza moral, gestión centralizadora que inhibe la creatividad de los trabajadores, salarios desproporcionados a la rentabilidad de determinadas organizaciones y condiciones inadecuadas de trabajo, son algunas evidencias que nos llevan al dicho común – “quien puede, manda, y quien tiene juicio obedece” - , una cruel realidad en muchas empresas.
El estudio de la espiritualidad, por parte de dirigentes y funcionarios en las empresas, puede hacer parte de la cultura organizacional, pues es una oportunidad singular para una profunda reflexión sobre el capital y el trabajo, lo económico y lo social, la jerarquía y el autoritarismo, la crítica de ideas, no de personas, el preconcepto (llaga social) y el respeto a la empresa y a la familia, la gestión solitaria y la gestión solidaria y, en fin, las metas de la empresa y las necesidades de los trabajadores.
Dar oportunidades iguales, en el sentido más amplio de la palabra, para que todo ciudadano pueda descubrir y desarrollar su capacidad potencial, son los cimientos indispensables para la construcción de una sociedad socialmente más justa y económicamente menos desigual.
Llegamos a la conclusión que la espiritualidad es la suma de valores, que produce un cambio para mejor, en lo interno del ser humano.
Faustino Vicente
Abogado, Profesor y Consultor de Empresas y de Organismos Públicos
E-mail: faustino.vicente@uol.com.br
tel.+55-011-4586.7426 – Jundiaí – Estado de Sâo Paulo - Brasil
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