Leyendo lo imposible

Imagino la frustración de  los arqueólogos que hace 45 años encontraron varios rollos totalmente calcinados. Estaban en el arca de la Torá de una antigua sinagoga destruida por un incendio allá por el año 600 DC, en En-Gedi.

¿Quién les hubiese achacado falta de tenacidad?, puesto que cualquier intento por desplegar los rollos para una posible lectura en el soporte calcinado sólo conseguía despedazarlos en pequeños fragmentos. En todo caso les habrían tildado de ilusos, porque guardar los tochos carbonizados en espera de que en un futuro quizás la tecnología permitiese su lectura suena tan descabellado como congelar cuerpos de difuntos en espera de que la ciencia avance lo suficiente para descongelarlos y volverlos a la vida.

Es más, a mí, y aún hoy día, ni se me habría ocurrido guardarlos con la esperanza de poder leerlos en el futuro. Pero está claro que aquellos arqueólogos estaban bien provisto de la segunda virtud teologal, aunque aplicada al contexto arqueológico: la esperanza. Por otra parte, también hay que reconocer en la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) una buena dosis de paciencia, porque conservar los rollos carbonizados durante más de 40 años tiene mérito.

El milagro tecnológico

Pues bien, ahora que ya no se dan los milagros “sobrenaturales”, expertos de la universidad de Kentucky han conseguido un “milagro” tecnológico: el despliegue virtual  de rollos antiguos, muy dañados o calcinados, como los encontrados en la antigua sinagoga de En-Gedi.

Esta técnica es fruto de trabajo de un equipo liderado por William B. Seales, que tras 13 años han conseguido estructurar lo que llaman microtomografía de rayos X. Gracias a esta técnica han conseguido "desenrollar virtualmente" unas 100 hojas del rollo calcinado y obtener un texto perfectamente legible, aunque el rollo continúa en forma de "tocho carbonizado". En Textus pueden verse los resultados.

Así, pues, ahora se dispone de imágenes generadas por ordenador de dos columnas de texto de los dos primeros capítulos de Levítico,  tan legibles como si de rollos no quemados se tratase. Según Michael Segal, director de la Escuela de Filosofía y Religión de la Universidad Hebrea de Jerusalén, "Gran parte del texto es legible, o casi tan legible como los libros del Mar Muerto o sus fotografías de alta resolución". También informa Segal que este pergamino "es el texto bíblico más amplio e importante de la antigüedad que ha salido a la luz".

La antigüedad del rollo de pergamino

Sobre la antigüedad del texto hay dos referencias de fechas.  Por una parte, los análisis del carbono 14 (C14) indican unos 1.700 años de antigüedad,  lo que llevaría el origen de los textos a los siglos III o IV DC. Pero los paleógrafos, en base al estilo de la escritura le otorgan más antigüedad: “Podríamos decir con seguridad que los rollos fueron escritos entre el año 50 y 100 de nuestra era. La paleografía es lo que nos permite ubicarlo en estas fechas”, informa Ada Yardeni, una de las responsables del estudio.

Dilucidando qué análisis es más acertado

¿Cuál datación es la más acertada?

Consideraciones sobre la datación en base al Carbono 14 remanente

Con la datación C14 se puede establecer la antigüedad de objetos si estos formaron parte de organismos vivos. Y se considera que dicho ser, mientras vivió, mantuvo su tasa de C14  constante e igual a la del entorno atmosférico y “biosférico” en los que respiró y alimentó (tasa considerada similar a la que existía en nuestra atmósfera antes de que comenzasen los ensayos nucleares, que modificaron considerablemente la tasa de C14 atmosférico). También se supone que tras la muerte del ser vivo en cuestión, sus átomos de Carbono 14 se fueron transformando lenta y constantemente en átomos de Nitrógeno (N14). Partiendo de esas bases, y por comparación entre la tasa de C14 atmosférico en 1950 y la tasa de C14 medida en los restos actuales del organismo se calcula la cantidad de átomos C14 perdidos, y de ahí, se establece los años transcurridos desde que el organismo murió.

Si la pérdida de átomos C14 a lo largo del tiempo realmente se produce de forma constante, los cálculos serán bastante certeros. Pero si los restos a los largo de “su historia” pasaron por circunstancias “fuera de lo habitual”, el cálculo “teórico” de su antigüedad puede no coincidir con la realidad.

¿Qué decir de las circunstancias por las que pasaron los rollos calcinados? ¿El fuego que los calcinó puede considerarse “circunstancia fuera de lo habitual”? ¿Pudo dicho fuego alterar la tasa de C14 de forma que el cálculo teórico no responda a la realidad?

Nada al respecto he leído que informe sobre si los expertos en análisis carbono 14 han tenido en cuenta esta posibilidad a la hora de establecer los 1700 años de antigüedad. En cambio, sí he leído que tras la decepción de los análisis C14 que se realizaron sobre muestras de la Sábana Santa (la “Sindone”) en 1988 se cuestionaron los resultados. Y es que los análisis C14 establecieron una antigüedad de unos 700 años, lo que lleva su origen al siglo XIII; muy lejos del siglo I, cuando se supone que envolvió el cuerpo de Jesús. Habida cuenta que durante la estancia de la Sábana en Chambery, ésta sufrió las consecuencias de un incendio, en 1993 se planteó la hipótesis de que el incendio afectó a la cantidad remanente de C14 de la Sábana.  Se realizaron pruebas comparativas con trozos de lino del siglo I (curiosamente obtenidos de En-Gedi,  donde se encontró el rollo calcinado que nos ocupa). Las dataciones realizadas a un trozo sin alterar y las realizadas a un trozo sobre el que se simuló las condiciones del incendio de Chambery dieron una diferencia de 13 siglos;  pero la veracidad de estos ensayos fue cuestionada. Aun así, Cesar Barta, físico y miembro del Centro Español de Sindinología (CES),  considera que las consecuencias del incendio del incendio de Chambery sí pudo desviar la datación de la Sábana Santa en unos 250 años. Esta diferencia en la datación de la Sábana Santa años tampoco ubica cronológicamente su origen en el siglo I; pero al menos  da credibilidad al veredicto de Cesar Barta (¿Qué sentido tendría retrasar la vejez de la Sindone dos siglos y medio, si con esto tampoco se ubica en el siglo I?), a la vez que confirma la influencia del incendio en la tasa remanente de C14 de las muestras.

Consideraciones sobre la datación en base a análisis paleográficos

Por contra, el análisis paleográfico antes mencionado no se basa en variaciones físicas de componentes materiales de las muestras, que como hemos visto pueden sufrir evoluciones azarosas dependiendo de las diversas circunstancias que intervengan en acontecer de las muestras. Este tipo de análisis se basan en la ubicación cronológica de rasgos característicos de las diversas etapas de la civilización. Es como si te digo que nací cuando se puso de moda minifalda. Si sabes cuándo se pusieron de moda dichas faldas (en 1965), podrás deducir que ahora tengo unos 50 años (bueno, esto es sólo un ejemplo). Ahora bien si intentas deducir mi edad en base a los índices de colesterol, la presión arterial, el aspecto físico, etc. probablemente te equivoques más, dependiendo de qué tan saludable haya sido mi vida hasta estas ahora.

En el caso de los análisis paleográficos de los rollos calcinados los rasgos característicos que se consideraron para la datación fueron el estilo de la caligrafía y los trazos de las letras. Según los expertos, esos rasgos apuntan a la segunda mitad del siglo I o a principios del siglo II DC  como fechas más probables para el origen de los rollos. Curiosamente, una diferencia de antigüedad similar a la diferencia de datación que Barta imputa a los efectos del incendio de Chambery sobre la antigüedad de la Sábana Santa.

Resumiendo:

La tecnología nos sorprende con la posibilidad de descifrar testimonios arqueológicos imposibles de escrudiñar hasta ahora.

Fruto de esta tecnología se ha conocido el contenido de textos bíblicos con antigüedad similar a la de los rollos de Qumrán.

La noticia en livescience.com