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Está muy extendida la opinión de que para que un milagro realmente sea "milagro" es preciso que no lo entendamos en absoluto. Tiene que ser algo misterioso, espectacular, incomprensible,...
Claro, con el avance de le ciencia, que cada vez comprende más y mejor a la naturaleza física, el misterio, la espectacularidad y la falta de compresión de cualquier fenómeno o acontecimiento desaparecen por completo. O quedan en unas simples expectativas de que en poco tiempo le ciencia lo desvelará. Así pues, si los milagros son explicables según las leyes naturales, ya no son milagros. Ni tampoco se precisan "hacedores de milagros".
Bueno, esto no es nuevo. También en los tiempos bíblicos creían que los milagros o cualquier intervención sobrenatural debía estar rodeada de misterio y espectacularidad. Fue el caso de Naamán, un general sirio enfermo de lepra que cuando se enteró de que el profeta de Dios, Eliseo, podría sanarle milagrosamente, viajó desde Siria hasta Samaria con la esperanza que ese profeta obrase el milagro de sanar su lepra. A punto estuvo de rechazar su curación simplemente porque no se podía creer que una sanación milagrosa de su enfermedad no fuera acompañada de parafernalia y misterio. Esta fue su reacción cuando Eliseo le dio "su receta" para la curación:
“Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano, y tocará el lugar, y sanará la lepra...".
Y es que la actuación de Eliseo fue tan simple y poco espectacular como decirle: "Ve, y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio".
Afortunadamente para Naamán, sus criados le convencieron, aplicó las instrucciones de Eliseo "y su carne se volvió como la carne de un niño, y fue limpio". Puedes leer toda la historia en 2ª Reyes, capítulo 5.
En este post no voy a poner los enlaces en las citas bíblicas.
Las dejo sin enlace para que puedas ejercitarte buscándolas tú mismo en una biblia tradicional, en papel.
Pero si no tienes ninguna, te dejo éste enlace a la página donde podrás encontrarlas.
Si no estás habituado, te informo que tiene que copiar el texto de la cita en el rectángulo blanco de la izquierda, y seleccionar en el rectángulo blanco de la derecha una versión castellana de la Biblia.
Por defecto, yo he preseleccionado mi versión favorita: Reina Valera 1960.
Está claro que sólo asociamos la "sobrenaturalidad" al misterio y la parafernalia. Con razón tuvieron los egipcios que sufrir hasta 10 plagas para llegar al convencimiento de que a Moisés le asistían "fuerzas" sobrenaturales (Éxodo 7:15-12:38).
Pero bueno, también hay personas que ven la mano de Dios en acontecimientos cotidianos. No precisan de la espectacularidad ni consideran a Dios como un genio de los de las lámparas orientales, que realizaban los deseos de sus poseedores "por arte de magia". Para Pablo, tras cualquier aspecto de la vida de "los que aman a Dios" hay algún tipo de "causa eficiente" que ayuda para que las cosas salgan bien: "Y sabemos que todas las cosas ayudan a bien, a los que aman a Dios, a los que conforme a su propósito son llamados". (Romanos 8:28).
Y buen ejemplo de esta forma de ver y considerar Pablo las intervenciones "sobrenaturales" es el grave percance que tuvieron en el viaje en barco a Roma. Estando todos los tripulantes y pasajeros convencidos de morir, ("siendo azotados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos". Hechos 27:20)...
... Pablo les anima y les promete que nadie morirá en el trayecto ("Pero ahora os exhorto a que tengáis buen ánimo; porque no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave". Hechos 27:22).
¿Cómo se atrevió Pablo a hacer semejante promesa? ¿Era vidente o simplemente soltó una fanfarronada?
Ni lo uno ni lo otro, simplemente recibió un chivatazo; según explica el mismo:
"Pues esta noche ha estado conmigo el Ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha dado todos los que navegan contigo". (Hechos 27:23,24).
¿Calificarías aquel suceso como milagroso? Incluso hoy día carecemos de suficiente tecnología como para adivinar con certeza el futuro. Mientras tanto, lo consideraríamos sobrenatural, paranormal, milagroso o mentiroso.
Pero no es cómo lo consideremos nosotros lo que me interesa destacar, sino cómo lo consideraban ellos. Puedes leer en el capítulo siguiente (Hechos 28:1-9) la forma en que Pablo siguió protagonizando hechos milagrosos en la isla a la que arribaron tras ser salvados de la tempestad.
Pues bien, en todo este episodio cabe destacar la actitud de Pablo; que aun habiendo recibido garantías por parte de un ángel sobre la salvación de su vida y de sus compañeros de viaje, reacciona de forma bastante singular.
Me supongo que la mayor parte de las personas estarían en la idea de relajarse y celebrar la buena noticia disfrutando del merecido descanso tras el agotador ajetreo que les provocaba la tempestad. Y como yo, también Pablo pensó que sus compañeros de viaje estarían en la idea de relajarse, puesto que tras anunciarles que nadie perdería la vida, les aclara que "el curro por parte de todos ellos también está incluido en el guion de realización del milagro":
"Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. Si bien, es necesario que demos en una isla". (Hechos 27:25,26. Cómo siguieron las cosas lo puedes leer en Hechos 27:27-44).
¿Si se iban a salvar, para qué preocuparse y esforzarse en localizan una islas? De haber sucedido en nuestra época, seguro que alguno pensaría en hacer una reclamación a la divinidad en estos términos: "¡Vaya xjxhxjxlx de milagro!, si al final tenemos que currarlo, ¿dónde está la gracia?".
En cambio, Pablo no dio por vendido todo el pescado, sino que apremió a hacer “lo que era normal en ese tipo de situaciones: buscar una isla para poner pie en tierra”. Y es que Pablo ya era experto en protagonizar intervenciones sobrenaturales, y sabía que lo habitual es que se desarrollen dentro de los marcos físicos y naturales, aunque conduciendo o reconduciendo los acontecimientos; puesto que sino, ya no tendría sentido hablar de “intervenciones”. Ver ejemplos en Hechos 16:6-10, Hechos 16:23-38, en Hechos 9:1-21,...
Yo, al igual que Pablo, no considero que las intervenciones de voluntades sobrehumanas (sean divinas, de agentes de la divinidad, o de cualquier otro tipo de inteligencia o voluntad) deban de ser inexplicables, espectaculares o mágicas. Claro, para compartir esta opinión, lo primero es no creer que el universo se creó solito, con la sola ayuda del azar. Pero he de reconocer que incluso entre personas que sí creen en Dios hablar de los milagros les suena anacrónico.
Y es que ya sólo el término “milagro”, tal como se entiende y tal como lo define la Real Academia Española, encarrila la mente hacia interpretaciones radicalmente ajenas a cualquier intervención sobrehumana. Incluso cuando los acontecimientos implicados puedan ser inconcebibles de otra forma, tras un somero análisis. Buen ejemplo de ello: el origen del universo. ¿Milagro o azar?
Habrá que ahondar en el tema.
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