Cuando de la historicidad de la biblia se trata pienso habitualmente en descubrimientos de construcciones de la época, confirmaciones de relatos aportadas por textos extra bíblicos o descubrimientos científicos en coherencia con los relatos bíblicos. Nunca se me ocurrió pensar que actividades cotidianas de los antiguos hebreos pudiesen dejar rastros que analizados hoy día confirmasen la veracidad de los escritos bíblicos.
Pero afortunadamente las miras de los arqueólogos son bastante más amplias que las mías. Esto les ha permitido confirmar la realidad de los relatos sobre las normas y las prácticas rituales del templo de Jerusalén.
La noticia se publicó hace algún tiempo. Yo la tenía recogida como otras tantas en espera de traerla a biblicamente.org. A la hora de elegir un post para esta semana, entre varias series que tengo sin cerrar, y otros muchos temas y noticias en espera de turno, he optado por esta. Aunque no es de rabiosa actualidad, al menos si es importante por su confirmación de los hábitos religiosos prescritos para los hebreos. Al menos en la época del segundo templo.
Lo que se confirma es la realización de multitud de sacrificios de animales, practicados tanto por habitantes de Jerusalén como por fieles venidos de lejos. Los fundamentos de dicha confirmación surgen de los análisis realizados a restos de animales encontrados en un vertedero descubierto hace unos años fuera del antiguo amurallamiento de Jerusalén.
Veamos a continuación en qué sustentan los expertos sus conclusiones:
La primera pata del banco que sustenta la historicidad de lo recogido en la Biblia sobre las prácticas religiosas de los judíos es el análisis cronológico. Además del hecho de que los restos están en Jerusalén, donde se ubicaba el templo, la datación cronológica los sitúa entre el año 37 AC y el 66 DC, época del segundo templo.
La segunda pata es la alta concentración de restos animales. Demasiada carne para los hábitos alimenticios de la Jerusalén de aquella época.
La explicación está en que además de los restos propios de las necesidades alimenticias de la ciudad se acumularon los restos de los sacrificios de animales. Y esto tanto de los sacrificados por los jerosomitanos como de los aportados por los foráneos que debían desplazarse a Jerusalén para realizar sacrificios.
Lo confirma a LiveScience Gideon Hartman, de la Universidad de Connecticut y coautor del estudio. Informó que este vertedero contenía una alta proporción de huesos de animales, tanto por comparación con otros vertederos, como por las necesidades de una sociedad agrícola. Detalla que "La carne no se comía a diario. Era algo que se guardaba para eventos especiales". Explicó que esta alta proporción de restos de animales fue consecuencia de la gran cantidad de sacrificios realizados en el templo.
La tercera pata: Animales muy jóvenes. Se ha informado que la mayor parte de los restos pertenecían a animales jóvenes. Esto también apunta a que el origen de los restos está en los sacrificios del templo, puesto que los animales ofrendados tenían que ser perfectos (Deuteronomio 17:1), no de laboreo, y jóvenes (Número 28:3; Levítico 22:27).
Y una cuarta pata: la presencia de animales foráneos. No solo la alta concentración de restos animales señala a la afluencia de fieles judíos de diversos orígenes además de los jerosomitanos. Los expertos han logrado incluso descubrir que los restos son de animales provenientes de sitios diferentes y muy alejados de Jerusalén. Esta constatación supone un fortísimo apoyo al texto bíblico, donde claramente se establece que el único lugar donde podían sacrificar los judíos era el templo de Jerusalén (bueno, es que no había más templos).
Explicó Hartman: "El estudio muestra que hubo un importante mercadeo interprovincial que permitió la transferencia de un gran número de animales para sacrificio y banquete en Jerusalén durante ese período de tiempo". Se realizaron análisis comparativos a más de un centenar de huesos de ovejas y cabras, comparando los del vertedero de Jerusalén con restos de animales del mismo periodo cronológico, pero de distintos lugares. El fundamento de este tipo de análisis es que cualquier animal contiene proporciones concretas y exclusivas de nitrógeno e isótopos recogidas de los alimentos de su entorno y almacenadas en su organismo. Así, pues, estos análisis pueden informar de dónde provienen los animales. En concreto mostraron que muchos de los restos encontrados en el vertedero de Jerusalén pertenecieron a animales originarios de regiones desérticas rurales a cientos de kilómetros de distancia, como Arabia o Transjordania.
Al igual que actualmente existen ciudades cuya economía está fuertemente basada en la peregrinación de fieles religiosos, Jerusalén también se benefició del trasiego de animales y personas por los mismos motivos: Tras el exilio, muchos israelitas quedaron dispersos por diversas regiones, y la posterior reconstrucción del templo en Jerusalén les impuso desplazamientos para realizar los sacrificios. Comenta Hartman: "Hubo poblaciones judías fuertes y ricas durante el tiempo del segundo templo establecidas lejos de la tierra de Israel".
Así, pues, otro apoyo más a la historicidad de lo recogido en la Biblia sobre las prácticas religiosas de los hebreos.
"Donde menos se espera salta la liebre".
¿Quién lo diría? ... en un vertedero.
Pues sí, de un montón de desechos los expertos han sabido montar un banco de cuatro patas que, como otros tantos, da buen sustento a la historicidad de la Biblia.
La noctia en livescience.com (Traducido, en PDF)
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