(Una colaboración de Josué Ferrer)
Los ateos afirman que es imposible probar la inexistencia de un “ser imaginario” como Dios, que pretender aportar pruebas acerca de su no existencia es como querer hacer lo propio con la de un unicornio, la tetera voladora, Papá Noel o el ratoncito Pérez. Es decir: imposible. Así pues, los ateos exigen a los creyentes que demostremos nuestras afirmaciones al tiempo que ellos renuncian a probar las suyas.
Pero aparte de insultar la inteligencia de los cristianos con absurdas comparaciones infantiles (¿cuántas personas conocen ustedes que hayan comenzado a creer en el ratoncito Pérez de adultos? ¿cuántos premios Nobel conocen ustedes que crean en los unicornios?) mienten porque esta afirmación -la de que es totalmente imposible probar la inexistencia de Dios- simplemente no es verdad.
Decir que no hay un Creador es tanto como decir:
Bastaría con demostrar estas tres tesis para probar la inexistencia de Dios. Pero ¿dónde están las pruebas? No hay ninguna. Los incrédulos, que se pasan el día reclamando evidencias empíricas a los cristianos acerca del Creador, son incapaces de aportar una sola prueba (¡ni siquiera un indicio!) que nos haga pensar que el Cosmos se creó solo y que, en consecuencia, los postulados ateos son ciertos.
No sólo no existe evidencia alguna de tales cosas. Lo que es aún peor; ni siquiera son razonables. Es decir, aunque no tuviéramos pruebas de todo ello sí podríamos sospechar que los ateos están en lo cierto si estos fenómenos se reprodujesen en la naturaleza. Pero ¿cuántas cosas conocen ustedes que se hayan autocreado? ¿Han visto alguna vez una galaxia, un árbol o un mosquito que se creen ellos solos y a sí mismos?
El científico ateo Stephen Hawking afirma que el Cosmos surgió de la nada. Si esto fuera verdad deberíamos ser capaces de observar más cosas que aparecieran de la nada. ¿Conocen ustedes una estrella, un microbio o una molécula que surjan de la nada? Hasta donde yo sé de la nada no puede salir otra cosa que no sea la nada. La generación espontánea es falsa y el Universo no es la excepción a la regla.
Otros dicen que antes de la Gran Explosión el Universo estaba concentrado en una partícula extremadamente diminuta y condensada; que la Gran Explosión fue el choque de dos Universos que colisionaron como placas tectónicas; que el Cosmos se expanderá y contraerá una infinitud de veces (sabemos que se expande pero nada hace pensar que deba contraerse), que hay Universos paralelos, etcétera.
Sin entrar a valorar si son correctas o no, cabe destacar que ninguna de estas teorías está probada y ninguna explica la causa originaria del Universo. Otros sostienen que el Cosmos no tiene principio y ha existido eternamente pero esto es falso porque si así fuera las estrellas ya se habrían apagado. Además sabemos que hubo un principio pues se encontraron radiaciones residuales procedentes del Big Bang.
Finalmente para los ateos el Universo actual es producto no de un diseñador inteligente sino del azar. Es decir, que el Universo, que es extremadamente complejo y ordenado a la vez, es así por casualidad. Yo me pregunto cuantas cosas conocen los ateos que sean extremadamente complejas y ordenadas y fruto de la casualidad. Si la Mona Lisa no es producto del azar ¿cómo va a serlo el Cosmos?
Josué Ferrer, autor del libro "Porqué dejé de ser ateo" [Disponible en Amazón].
También autor de este blog.
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A vueltas con el enredo de los ateos.
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