La Biblia desde el siglo XXI

Jericó (1): El derrumbe de la muralla

15.01.2022 00:00
Post siguiente -->
Lista de los posts sobre historicidad del Éxodo

Tras una parada de varias semanas en las que me dediqué a clarificar el uso por parte de Abraham y su familia de camellos domesticados, vuelvo nuevamente a revisar las evidencias sobre la historicidad del Éxodo que muestra Timothy P. Mahoney en su documental "Patrones de evidencia: El Éxodo"

Ahora nos centraremos en la conquista de Jericó.

Como no cabría esperar de otra forma, también la discrepancia de fechas sobre el periodo de estancia de los israelitas en Egipto es la que “clasifica” a los expertos entre “negacionistas” del relato bíblico sobre la toma de Jericó, y los que entienden que los hallazgos arqueológicos en la zona confirman la historicidad de la Biblia.

Fueron arqueólogos alemanes dirigidos por Ernst Sellin los que iniciaron los trabajos arqueológicos en la zona a inicios del siglo pasado. Tras ellos, fueron ingleses dirigidos por John Garstang los que en los años treinta continuaron las excavaciones con el mismo convencimiento que los alemanes: que trabajaban sobre restos que corroboraban el relato bíblico (véase el documental de Mahoney en el minuto 1:28:39).

Pero a mitad de siglo XX, la inglesa Kathleen Kenyon trajo el desencanto. Según ella, era imposible relacionar los restos arqueológicos encontrados en el sitio de Jericó con el relato bíblico, porque la destrucción de la ciudad sucedió antes de lo narrado en la Biblia.

Ante esta incertidumbre sobre la fecha de la destrucción de Jericó, no es de extrañar el comentario de David Rohl: "Los que sostienen que Jericó no existía en el momento que Josué conquistó la tierra prometida, ... ¿por qué no se formulan una simple cuestión: ¿qué fecha aproximada debemos asignarle a la existencia y destrucción de Jericó? Es la única manera de que empecemos a entendernos". Así, pues, en el caso de Jericó, la datación de los expertos no es de ayuda para aclarar si los restos excavados en la zona corroboran el relato bíblico.

Pero hay otros indicios que sí parecen encajar. Comienzo con el derribo de la muralla (¡Quizás te sorprendan las conclusiones del post!):

 

El derribo de la muralla, sin brechas

No entiendo mucho del arte militar, y aún menos de lo que se estilaba en la antigüedad, cuando las murallas aún tenían sentido para la protección de las ciudades. Pero por la lógica y por lo visto en cantidad de películas, tengo claro el poco sentido de derribar toda una muralla para ocupar una ciudad. Mucho sería el trabajo y el tiempo empleado, lo cual facilitaría la defensa de los sitiados. Lo lógico era centrar los escuerzos en una zona concreta para abrir brecha y entrar por ella.

Pero según explica Brian Wood (minuto 1:33:03 del documental), la arqueóloga Kathleen Kenyon encontró un derribo generalizado de los muros: “Cuando la ciudad tocó a su fin, los muros de adobe se desplomaron y cayeron a los pies del paredón de piedra que hacía de contención. En su informe de excavación, Kenyon lo describe con profusión de detalles”.

Pues bien, en Josué 6:20 podemos leer algo similar: “Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó”. 

Y es que los Israelitas no se centraron en ninguna zona concreta para abrir brecha, sino que abarcaron todo el perímetro de la muralla rodeando la ciudad conforme a las instrucciones recibidas por Josué: “Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. … y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, …” (Josué 6:3-4).

 

Relación causa-efecto

La arqueóloga Kathleen Kenyon atribuyó el derribo de la muralla a los egipcios, pero Brian Wood aclara lo inviable de esa hipótesis. Dice sobre el minuto 01:34:16 : “Lo que ella defendía es que la ciudad fue destruida en torno al año 1550 AC por los egipcios, y no hay ni una sola prueba de que los egipcios pisaran el Valle del Jordán por aquel entonces”. Por otra parte, una invasión egipcia hubiese accedido a la ciudad abriendo brecha en el muro, como he explicado más arriba.

En cambio, John Garstang se inclinaba por un terremoto como causa inmediata para el derrumbe. Explica Werner Keller: “Pero, ¿qué fue en realidad lo que produjo la ruina de las murallas? "Y tocaron las trompetas — se dice en el célebre versículo frecuentemente citado—. Y cayeron las murallas." Después de un examen minucioso de los restos de sus ruinas, Garstang observó algo sumamente curioso. Las piedras del cinturón exterior se habían deslizado por la pendiente, es decir, hacia la parte exterior, y, en cambio, la muralla interna, esto es, la que rodea la cumbre del montículo, se había desplomado exactamente en sentido contrario, o sea hacia el interior de la ciudad. Al caer había sepultado los edificios levantados junto a ella. Los muros presentaban, además, muchas grietas y resquebrajaduras. Todos estos indicios, según el criterio de Garstang, llevan a la conclusión de que seguramente un terremoto asoló la ciudad. Según indican las cartas geofísicas, la comarca de Jericó está situada en una zona de alta sismicidad de la Tierra, zona que atraviesa el Asia pasando por el Himalaya y el Tíbet". (“Y la Biblia tenía Razón”, de ediciones Omega, página 167)

Supongo que los israelitas no tenían ni idea de qué relación podría tener el hecho de dar vueltas a la ciudad con el posible derrumbe de la muralla. Pero aún sin entenderlo, quizás no se asombraron mucho, pues estaban acostumbrados a que YAHWEH (JEHOVÁ) enviase instrucciones a través de Moisés o del mismo Josué, y que después, “pasasen cosas” (liberación de la esclavitud en Egipto, apertura de pasillo seco en el mar durante la huida de los ejércitos egipcios, provisión de agua y alimentos como el maná o las codornices en el desierto, el estancamiento de aguas en el jordán para que pudiesen cruzarlo, …). Por último, ellos mismos fueron testigos del derribo milagroso de las murallas, … tras obedecer las instrucciones dadas por Dios. Tengo claro que los israelitas estaban convencidos que se trataba de un milagro.

 

¿Hubo “milagro”?

¿Fue un milagro? Según yo entiendo, rotúndamente sí. Pero es habitual que en cuanto se encuentra una posible causa material que explica parte del proceso causal se descarte la intervención sobrenatural en ese proceso. Claro que  en el derribo de las murallas de Jericó hubo intervención divina. Pero no tuvo por qué ser al estilo del “mago de la lámpara de Aladino”.

Hace ya tiempo escribí un post mostrando tres categorías en las que se podrían clasificar los relatos milagrosos de la Biblia:

  1. Los que son conformes a las leyes naturales que conocemos hoy día, pero que eran desconocidas por las personas de entonces.
  2. Los que desbordan nuestros conocimientos actuales, pero que no es descartable que en un futuro los descubrimientos científicos lo reclasifiquen según la categoría anterior.
  3. Y los que muy probablemente suponen transgresión de las leyes naturales.

Lo habitual es englobar todas las intervenciones divinas en esta última categoría. Pero opino que muchos milagros son clasificables en las dos primeras categorías. Y esto no contradice el hecho de que se hubiese producido intervención especial por parte de Dios o algún mensajero suyo. Puesto que “sigue siendo un milagro” el coordinar los eventos naturales con las acciones humanas para producir los efectos deseados y justo en el momento preciso. Máxime cuando los actores en escenas ignoran por completo las causas naturales que se concatenan para conseguir el fin perseguido.  

En el caso de las murallas de Jericó creo que estamos ante un milagro de la primera categoría. Probablemente lo que derribó el amurallado fue un terremoto. ¡Pero justo en el momento que lo necesitaban los israelitas! Ahí está el milagro: el concatenar las circunstancias necesarias para conseguir la victoria de los israelitas.

“Alguien” debía conocer la posibilidad de terremoto en la zona. Y también “Alguien” debía conocer la forma de inducirlo en el momento adecuado. La Biblia no da más explicaciones: Sólo cuenta la orden dada por Dios, la obediencia de los Israelitas, y el derrumbe de la muralla:

Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá” (Josué 6:3-5). 

“… Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó…” (Josué 6:20).

¿Pudo tener que ver toda la parafernalia de vueltas alrededor de la ciudad, sonidos y griterío con el derribo de los muros? La Biblia lo conecta, aunque sin explicar la relación física causa-efecto que pudiera haber; caso de que realmente la hubiese.

Supuesto que la causa física inmediata al derrumbe de los muros fuese un terremoto, la cuestión queda planteada en estos términos:

 

¿Se pueden provocar terremotos?

Los castellonenses, más en concreto, los de Vinaroz, bien saben que sí; puesto que sufrieron los 352 seísmos que se detectaron en la zona como consecuencia del proyecto Castor, el cual se paralizó en 2013 para evitar la proliferación de seísmos (lee aquí).

Pero lo de Castor, aunque causado artificialmente, fue involuntario. Otras catástrofes sí se han provocado artificialmente y de forma voluntaria, como el fuego, que tanto en guerras como en situaciones de paz se ha utilizado con diferentes fines (aquí encontrarás una estadística). Menos habitual es utilizar la modificación de los cursos fluviales para provocar inundaciones en zonas enemigas, pero también se ha hecho, empezando por los romanos en Lérida (lee este post). Incluso se provocaron aludes en la primera guerra para enterrar a los enemigos bajo la nieve (lee sobre el “viernes blanco”).

Sobre la provocación voluntaria de terremotos con fines bélicos no he encontrado nada en internet, pero “elucubrando” sobre esa posibilidad vino a mi mente el recuerdo de una novela que leí de Ken Follett: “En la boca del dragón”. Copio parte de la síntesis de la novela que podéis leer en lecturalia.com: “Un terremoto de poca intensidad sacude California. La agente del FBI Judy Maddox sabe que esta vez no se trata de un fenómeno natural; este es un seísmo provocado, un aviso al gobierno. Los integrantes de una comuna vinícola han ideado un sistema para ocasionar terremotos con el objetivo de que el gobernador de California detenga las obras de construcción de una presa y evitar así que el valle donde viven sea inundado”.

En la novela, Judy Maddox, agente del FBI, se entrevista con el experto Michael Quercus a fin de entender si es posible provocar artificialmente terremotos. Aunque la historia no es más que una ficción, la respuesta en boca del experto es de lo más razonable: “Una falla como la de San Andrés está en un punto donde dos bloques adyacentes de la corteza terrestre se mueven en distintas direcciones. Imagínese dos icebergs que se topan al paso. Dejan de moverse de modo uniforme: quedan atascados. Luego, al inmovilizarse mutuamente, la presión va aumentando, despacio pero firmemente, a lo largo de decenios. —¿Y cómo desemboca en terremoto? —Sucede algo que libera toda esa energía almacenada”.

Los seísmos que provocó el proyecto Castor fueron consecuencia de la sobrepresión que el gas inyectado provocó, deslizando a la falla de Amposta,  que a su vez provocó deslizamiento de otra falla más profunda, siendo ésta la que desencadenó los terremotos (puedes leer aquí). 

¿Cómo consiguen los “terroristas vinícolas” de la novela movilizar las placas tectónicas colindantes en la falla de San Andrés para que se originen terremotos? Nada "mágico": Utilizando una maquinaria común en la sismología de exploración: un camión golpeador (o vibrador sísmico).

La función básica de estos “golpeadores” es “golpear el suelo”. En la novela de Ken Follett el experto ilustra el fenómeno posicionando un ladrillo sobre una tabla e inclinando el conjunto hasta un punto tal que, con poca más inclinación, el ladrillo comenzaría a deslizar sobre la tabla. Luego, como simulación de un excitador sísmico, pide a Judy que de un golpe en la tabla. Ésta lo hace, y al momento el ladrillo comienza a deslizar sobre la tabla. ¡Ya está!  Esa es la simulación del terremoto. Más adelante Judy descubrirá como los terroristas utilizan el golpeteo del vibrador sísmico para provocar los terremotos con los que amenazan a las autoridades californianas:

 

El riesgo sísmico en Jericó

Más arriba copié el texto de Werner Keller donde apunta a un terremoto como posible causa del derrumbe de la muralla de Jericó. También explica que esa zona es de mucha sismicidad. Y sí que lo es: Está justo en la falla de confluencia de la placa tectónica arábiga con la euroasiática y la africana. En la imagen lo he marcado con círculo rojo:

Y en esta otra imagen se puede ver con mayor detalle:

(Nota: Las imágenes las he obtenido de Wikipedia)

No es de extrañar que cuando los israelitas precisaban entrar en Jericó, la falla que pasaba por la zona tuviese mucha energía acumulada. Si hubiesen tenido dinamita o camiones golpeadores, posiblemente hubiesen podido generar un terremoto.

Pero nada de eso tenían. Sólo la posibilidad de generar ondas acústicas con las bocinas de cuerno de carnero y el griterío de la gente, que del aire se transmitían al terreno, y las trepidaciones generadas directamente en el suelo con el pataleo mientras recorrían el perímetro de la muralla.

¿Pudo ser suficiente esa excitación para desencadenar el seísmo que derribó la muralla? En teoría sí, pues si la falla ya tenía suficiente tensión acumulada, en algún momento acabaría generando terremoto. Quizás de no haberse provocado todo aquel “jaleo”, repetido “suavemente” durante 6 días, y multiplicado inmensamente el séptimo día, la misma falla hubiese provocado el terremoto poco tiempo más tarde (Nota: en términos geológicos, “poco tiempo” puede significar decenas de años).

Así, pues, me inclino por la hipótesis del terremoto, para el que toda la parafernalia de vueltas a la ciudad con trompeteo, griterío y zapateo reiterado de los israelitas contribuyeron a acelerar y provocar el deslizamiento de placas tectónica que originó el terremoto.

Pero no solo el derrumbe de la muralla apunta a que fueron los israelitas. Se descubrieron en Jericó más evidencias que confirman la intervención de ellos. En el próximo post seguiremos con el tema.

 

Enlace al documental : "Patrones de evidencia: El Éxodo".

 

Post siguiente -->
Lista de los posts sobre historicidad del Éxodo

 

 

Contacto

BíblicaMente.org

informacion@biblicamente.org

Sitio de búsqueda

Etiquetas FAVORITAS

Historicidad de la Biblia

Ateísmo

Si deseas comentar alguna página, pincha aquí e indícamelo en el mensaje.
Abriré ventana de comentarios para que opines libremente.
Te avisaré cuando esté disponible.

ESTADÍSTICAS WEBNODE
(Desde Nov/08)

8.478.390 Páginas visitadas
2.408.570 Total visitas
≈722.570 Visitantes únicos

 

El 03/12/2022 biblicamente.org recibió notificación de calificación como “sitio web de alto impacto”:

Puede consultar los criterios de selección que utiliza Gitnux para realizar la calificación en el siguiente enlace:

Gitnux: Crieterios de selección.

 

Un versículo para hoy

 


 

¡Ayúda a promocionar este sitio!
(Sin dar dinero)

(CC) Contenidos utilizables sin fines comerciales. Se agradece enlace a originales.

Creado con Webnode