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Visto en el anterior post las características generales de cualquier trabajo de diseño humano, toca ahora evaluar si son compatibles con la idea del Dios creador que tenemos en las "culturas occidentales". Porque imaginar a Dios diseñando el universo como lo haría un ser humano, además de absurdo, desacredita la idea de Dios como creador del universo.
Respecto al diseño realizado por humanos, del post anterior podemos concluir:
Pasando ya al "diseño" divino, no seré yo el que defienda la idea de un dios diseñador de cada especie antes de darle vida.
El pensar tal cosa me colocaría entre los que antropomorfizan a Dios, imaginándole en un estudio de diseño o moldeando a Adán y Eva en un taller de alfarería.
En este aspecto sí me considero darvinista, pues el papel que atribuyo a Dios es el de diseñador de un sistema capaz de evolucionar (bajo su supervisión [véase el primer post de esta serie]) hasta lograr seres inteligentes y conscientes como los humanos. Y esta era justamente la idea de Darwin, aunque con el correr del tiempo y la apropiación de su legado que hicieron los ateos esta faceta de Darwin hoy día está prácticamente olvidada. Lo expliqué en este post, y aquí simplemente recojo el texto extraído de la Carta de Charles Darwin al botánico Asa Gray, de fecha 22/05/1860:
"Ciertamente estoy de acuerdo con usted en que mis opiniones no son en absoluto necesariamente ateas. El rayo mata un hombre, sea bueno o malo, debido a la excesiva complejidad de acción de las leyes naturales, -un niño (que puede resultar un idiota) nace por la acción de leyes incluso más complejas, - Y no encuentro ninguna razón por la que un hombre u otro animal no puedan haber sido producidos previamente por otras leyes. Y que todas estas leyes pueden haber sido diseñadas expresamente por un Creador omnisciente, que previó cada evento y consecuencia futuros".
Porque la idea de un Dios antropomorfo en lo concerniente al diseño de la creación pasa por el diseño de diversidad de modelos, tantos como especies. Y, en coherencia, por un obrar en el mundo material y temporal. Pero esto está en contradicción con la idea generalizada que tenemos de Dios en las culturas occidentales: un ser inmaterial y eterno, entre otros atributos. Y no solo eso, pues esta idea que hemos recibido de las catequesis o de las escuelas dominicales está en línea con la necesidad lógica de un ser creador del universo. Puesto que, si creó el universo, originó también la materia, y, por tanto, también el tiempo (me refiero a la sucesión de acontecimientos a las que conceptualizamos y etiquetamos con el vocablo "tiempo").
El propósito del argumento del diseño no es convencer de que Dios “tuvo un tiempo de reflexión” previo a la creación del universo, tiempo en el que realizó el diseño para posteriormente pasar a la ejecución del mismo. Más bien lo que se pretende es sustentar la idea de que tras el origen y evolución del universo existe una inteligencia transcendente al mismo. Pero en este argumento, el asumir inteligencia tras el universo pasa por aceptar previamente que el orden y propósito de los múltiples componentes del universo tienen que ser el resultado de algún tipo de reflexión y elección “previa” a la realización.
Aunque no le veo sentido para los actos divinos el desligar la “fase de diseño” de la “fase de ejecución” del “proyecto universo”, (más adelante lo veremos en mayor detalle) para nuestro propio esclarecimiento, consideremos que sí es posible e intentemos "encajar" las características vistas de los procesos de diseño humano con el posible diseño de un producto (el universo) obra de un ser inmaterial y eterno. Así, pues, seguiremos hablando de “diseño divino”.
En principio, no parece tarea fácil, puesto que cualquier concepción mental que nos hagamos de ese ser diseñador del universo (Dios) lo más probable es que sea errónea, puesto que las características reales de la divinidad escapan a nuestra experiencia, que está limitada al mundo material y temporal.
Pero en realidad nuestro interés no está en Dios mismo, sino en el “proceso” de creación del universo a fin de evaluar si el argumento del diseño es válido como soporte de la creencia en Dios. Esto lo tratamos en los primeros posts de esta serie, cuando rebatía las pegas de Hume al argumento del diseño.: “Pues es lógico pensar que el contenido “hereda” propiedades de su contenedor. Bajo este enfoque, la observación de orden y finalidad en los ingenios humanos o en los organismos naturales no sería más que el “reflejo descendente” de una característica fundamental del Universo: ser el producto de un diseño inteligente” (↗).
El tratar la comparación del diseño humano con el divino surgió como intento de “desantropomorfizar” a Dios, al menos en esta labor de diseñador del universo. Puesto que imaginar a Dios diseñando como los humanos desanima bastante a la hora de pensar en un dios creador del universo.
Pero pasemos ya a ver si es posible encajar las características del diseño humano vistas al inicio con el posible diseño del universo:
Hay otra alternativa para considerar la evolución como factor integrante en el diseño y creación de nuestro universo, sin necesidad de recurrir a una secuencia consecutiva de universos en evolución. Pero esta posibilidad se sale del marco habitual de las concepciones que tenemos de la eternidad de Dios. Y del concepto mismo de tiempo, claro. Este es un tema que queriendo haberlo tratado desde hace ya unos años, nunca me he decidido porque es bastante arduo. Intentaré abordarlo en el próximo post.
(El 10/07/2024 todos los enlaces incluidos en este post estaban activos.)
https://biblicamente.cms.webnode.page/news/240728-revisando-el-concepto-de-tiempo/
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