La Biblia desde el siglo XXI

Revisando el concepto de tiempo

28.07.2024 00:00
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Vimos en el anterior post que las características generales de los procesos de diseño de objetos humanos (responder a necesidades de mejora, ser tributarios de informaciones o conocimientos previos y ser globalmente evolutivos) no son compatibles con la idea de un posible diseño de nuestro universo. Al menos bajo la idea de que este diseño sea obra del ser inteligente, inmaterial y "eterno” al que llamamos Dios.

Al final del post sugerí que la tercera característica, la de conformar globalmente un árbol evolutivo, sí podría ser compatible con la idea del Dios "diseñador" y creador del universo.  

Pero también avisé de que esta posibilidad se sale del marco habitual de las concepciones que tenemos sobre la eternidad de Dios y del concepto mismo de tiempo. Hoy voy a intentar esta "revisión de concepto".

¿Cómo entendemos la eternidad de Dios?

La idea que nos hagamos de eternidad dependerá del concepto que tengamos de tiempo.

 

¿Qué es realmente el tiempo?

En nuestro entorno se considera al tiempo como una dimensión más de nuestra “realidad”. Y aunque creo que nadie se hace una idea concreta de esa dimensión, todos intentamos visualizarla como una especie de autopista por la que avanzamos hacia el futuro, dejando atrás el pasado. También es habitual imaginar el tiempo como una cinta cinematográfica, en la que el momento actual está representado por los fotogramas que circulan delante del foco del proyector, el pasado por el rollo de cinta que ya ha pasado y se recoge en la bobina inferior, y el futuro por los fotogramas del rollo superior que aún deben circular por delante del foco.

Durante muchos años esa era mi concepción del tiempo. Y mientras no me dio por reflexionar sobre "la naturaleza de la realidad", no tuve motivos para cuestionarme dicha concepción: era la que tácitamente se mantenía en mi entorno. E incluso los libros y revistas científicas que leía la presentaban sin cuestionamientos.

Pero cuando comencé a plantearme la naturaleza de la realidad, ese concepto de tiempo comenzó a provocarme desasosiego intelectual: asiduamente rebrotaban en mi mente incongruencias que nunca conseguía resolver. Y esto durante muchos años.

Y claro, yo siempre he pensado que cuando un marco conceptual contiene  incongruencias, cierto que está muy lejos de representar la realidad.

 

Los viajes al pasado

Cuando avanzas por una carretera, en cualquier momento puedes volver atrás. Y claro, si consideras que el tiempo es como una carretera, normal que se te ocurra la idea de volver atrás. Esta idea ha sido muy explotada por la industria cinematográfica (“Regreso al futuro”, “La máquina del tiempo”, “Terminaitor”, “Doce monos”, “Dark”, “El ministerio del tiempo”,…).

Pero en muchas de ellas, la incongruencia de esa idea con la realidad, e, incluso incoherencia dentro del mismo marco conceptual se hace presente. Si fuese posible viajar al pasado, y viajo a un pasado reciente, quizás accidentalmente mato a mi propia madre siendo ella aún niña. Y a partir de dicho acontecimiento, es imposible que “mi madre” de a luz el bebé que se supone que yo fui antes de crecer. Y si tras el accidente de mi madre yo NO nací, lo cierto es que yo no existo para poder emprender un viaje al pasado y matar accidentalmente a mi madre. Es decir, que nos encontramos en un bucle de imposible existencia. Y más complicado: Si a alguien se le ocurriese viajar al pasado remoto y matase a Adán y a Eva (o a la primera pareja de homo sapiens). Actualmente no existiría ningún ser humano que pudiese tener la descabellada idea de regresar a su pasado para matar a Adán y Eva.

Nota: Fíjate que en los párrafos anteriores no me he referido a los “viajes en el tiempo”. Y es que los viajes al futuro sí son posibles, aunque sin posibilidad de retorno. Esto es algo que no supone incongruencia con los conocimientos que la ciencia nos muestra desde los tiempos de Albert Einstein.

 Así, pues, aunque la representación del tiempo como una dimensión real por la que nuestras vidas transcurren hacia el futuro es útil para desenvolvernos en el mundo, la incongruencia de los viajes al pasado me induce a pensar que la realidad está lejos de incluir una dimensión como esa.

 

La relatividad del tiempo

Supongo que a nadie le resulta desconocida la idea que difundió Einstein sobre la realidad del tiempo. Hasta la publicación de su “Teoría de la relatividad especial”, en 1905, todos, incluidos los científicos, consideraban al tiempo como era una realidad de “dimensión” absoluta. La misma para todos los que compartimos trayecto a su través. Como los kilómetros de una carretera, que siempre serán los mismos los recorra yo, mi esposa o cualquier persona; hacia adelante, o hacia atrás.

Pero Einstein nos aclaró, que no; que el tiempo es relativo. Pero no en el sentido de que cada uno pueda “percibir” el paso del tiempo de diferente forma, como pueda entenderse que es relativo el tamaño de la plaza de mi pueblo dependiendo de que la contemple un niño de 9 años o un adulto de 35. He puesto este ejemplo porque recuerdo la sorpresa que me llevé cuando regresé al pueblo tras muchos años de haber salido siendo niño. La plaza que recordaba de niño era tremendamente grande, pero la que vi a mi vuelta quedaba bastante más pequeña de lo registrado en mi memoria. Si fuese posible discutir con mi otro yo de cuando pequeño, cierto que no nos pondríamos de acuerdo: para mi yo de 9 años, la plaza era grandísima, mientras que para mi yo adulto la plaza era bien chica. Pero bueno, midiendo la plaza, se podría cuantificar “objetivamente” su tamaño real y abandonar la discusión.

La relatividad que nos descubrió Einstein no depende de cómo percibamos nosotros el tiempo, sino que realmente “el tiempo corre distinto” según las condiciones del individuo. Es más bien como si cada uno corriese por un tiempo diferente. Como si cada uno tuviese “su tiempo particular” por el que transcurre su vida. Estas diferencias de “tiempos personales” sólo se aprecian cuando las diferencias de circunstancias son suficientemente grandes. Como en el caso del joven gemelo astronauta viajando a velocidad cercana a la de la luz, que envejece mucho más lentamente que su hermano de tierra.

El caso de los gemelos que envejecen a distinta velocidad es conocido por “la paradoja de los gemelos", que bajo el marco de la teoría especial de la relatividad "aparenta” ser paradójico. Pero que bajo el marco de la teoría general de la relatividad (que tiene en cuenta las fuerzas de gravedad y aceleración) no presenta ninguna contradicción. Es más, bajo la teoría especial, también puede ser aclarada la aparente paradoja.

Nota: Si habéis leído el enlace al artículo en Wikipedia sobre la paradoja de los gemelos habréis notado que el autor centra el artículo en la percepción subjetiva del tiempo (... analiza la distinta percepción del tiempo…) y la medida del tiempo (...  Dicha teoría postula que la medida del tiempo no es absoluta...). En el fondo parece que “a dicho autor le cuesta asimilar que el propio tiempo sea el relativo".  Y es que no es fácil deshacerse de los hábitos mentales. Pero la realidad es que hay más que sólo diferencias en las percepciones de los gemelos y en las medidas que realizan: cada gemelo “transita” por un tiempo diferente. El hecho de que sus cuerpos envejezcan a diferentes velocidades es la prueba de que cada cuerpo “recorre" su “propio tiempo” (y este fenómeno está comprobado). Así, pues: no existe un tiempo real objetivo por el que todos avancemos percibiéndolo o midiéndolo de diferentes formas.

Dejo el tema para continuar en el próximo post.

 

(El 26/07/2024 todos los enlaces incluidos en este post estaban activos.)

 

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