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En los posts anteriores hemos visto que la idea de una dimensión temporal real, similar a una carretera por la que todos avanzamos no es más que una quimera. Y en el post anterior sugerí la posibilidad de que, en todo caso, podríamos hablar de "tiempos particulares" para seres biológicos o "estructuras inorgánicas”. Sí, "tiempos particulares", pero sin pasados, salvo que aceptemos llamar "el pasado" a los registros de memoria. Y sin futuros, a no ser que aceptemos llamar "futuro" a la expectativa de que el "proceso existencial" continúe su desarrollo. Sólo existe el presente, en el que todos estamos y nos coordinamos.
Claro, este enfoque plantea bastantes dudas que necesitan aclaración y aspectos que precisan ser armonizados con la experiencia cotidiana y con enfoques teóricos mayoritariamente aceptados. Pretendo abordar todas esas cuestiones.
La primera cuestión que abordo es la "percepción generalizada" de que realmente todos nos desplazamos en una misma "dimensión temporal":
Cuando quedamos para tomar unas cervezas, "más o menos", todos acudimos al mismo lugar (por ejemplo, al bar Aneto), y a la misma hora (digamos a las 7 de la tarde). Cuando acordamos la cita, lo que entendemos es que todos acudiremos al mismo lugar geográfico y en el mismo momento cronológico. Esto último es tanto como aceptar que ciertamente existe una dimensión "llamada tiempo", de la que para tomar cervezas hemos seleccionado una franja “posicionada" en el "futuro", y que solo falta que vayamos al inicio de esa franja: las 7 de la tarde ("... o más bien que esa 19:00 hora llegue a nosotros"). Y lo mismo sucede cuando nos juntamos para cenar, ir al trabajo o acudir a un espectáculo.
Respecto al lugar geográfico, es indudable que visualizamos de forma muy concreta el lugar geográfico de la cita. Pero respecto al momento cronológico, ¿qué "visualizamos" en nuestra mente? ...
En relación a "posible dimensión de tiempo", nada visualizamos. Porque nada existe que podamos visualizar. Y los recuerdos de nuestra experiencia solo permite asociar al momento de la cita imágenes de la esfera de algún reloj o de la posible luminosidad que pueda tener el lugar geográfico de la cita.
Pero lo cierto es que todos los citados a las 19:00 en el bar Aneto aparecen a la misma hora. Y al trabajo, todos acuden a la misma hora (aproximadamente). Y los cinéfilos también coinciden la llegada al cine aproximadamente a la misma hora, la anunciada en la cartelera. Es la coordinación que todos conseguimos respecto a los momentos de intercambios sociales la que permite que nos sumerjamos en la idea de que todos estemos y participemos de una realidad ajena a nuestras mentes y que llamamos “tiempo", que transcurre "por su cuenta" y que nosotros nos adaptamos a él.
Y, bueno, algo de fundamento en la realidad física contiene esa idea. Solo que esa realidad física no es ninguna dimensión de tiempo. Esa realidad física no es más que el planeta en el que habitamos, que junto con la estrella que nos ilumina generan cíclicamente los escenarios físicos a los que nuestra biología y psicología se adaptan y nos permiten desarrollar nuestro proceso existencial (nuestra vida, como a cualquier ser biológico).
La realidad es que tanto la tierra como el Sol desarrollan sus procesos existenciales al igual que cualquier “cosa” existente (sea humano, organismo biológico, estructura inorgánica o cuerpo sideral). La única, y gran diferencia, es que ellos sustentan y marcan el ritmo de nuestra existencia: El Sol, que, con su continuo flujo de energía, aporta el carburante indispensable para que se desenvuelvan los procesos existenciales en los organismos vivos. Y la tierra, que con la rotación sobre su eje y la traslación alrededor del sol establece la sucesión de noches y días y la alternancia de estaciones. Ambas imprescindibles para el mantenimiento constante de la Biosfera en su conjunto y de cada ser vivo en particular.
Tan ligada está nuestra existencia (nuestros procesos existenciales) al Sol y a los movimientos de la Tierra, que no solo marcan nuestra existencia física, sino que les hemos tomado como referencia para nuestras iteraciones sociales.
Empezamos a perder la consciencia de que nuestro acontecer cotidiano está fuertemente ligado a los movimientos de nuestro planeta hace ya mucho tiempo.
Desde hace años, muchos años, nuestros ancestros decidieron que la referencia de un día era demasiado amplia, por lo que hicieron divisiones de la jornada, a las que llamaron "horas". En la Biblia hay muchos ejemplos; aunque no imaginéis que manejaban la duración de la jornada con la precisión que tenemos hoy: las horas eran “flexibles". Tenían duraciones diferentes según las épocas del año, puesto que aún no se había inventado ningún sistema para dividir el día en fracciones todas iguales al margen de la época del año. Os copio al final la información que me ha facilitado ChatGPT sobre este asunto.
Fue en la edad media, sobre el siglo XIII, cuando se empezó a dividir la jornada en 24 periodos, todos de igual duración. Esto fue posible gracias a la invención del reloj mecánico, con pesas, engranajes y mecanismo de retención. Ya no se precisaban las referencias del amanecer y el anochecer como límites de los periodos de 12 horas, tanto para la noche como para el día. Por fin se pudo controlar el avance de la jornada sin referencia directa a los recurrentes fenómenos astronómicos de la salida y puesta del Sol.
Creo que esa "desconexión" entre las referencias horarias dadas por lo relojes mecánicos con los ciclos de salida y puesta del sol fue la que propició el inicio de que se empezara a "imaginar" al tiempo como "una línea que va al infinito", como escribió Kant en su “Crítica de la razón pura" (“Segunda sección de la Estética transcendental. Del tiempo”, § 6, apartado b [ ↗ ]).
Téngase presente: Las culturas antiguas sí tenían concepciones del tiempo ligadas a los ciclos solares. Véase al respecto este post sobre el artículo de Jan Assmann en "Investigación y ciencia", revista que lamentablemente dejó de publicarse a fines del 2022.
Pero aún quedaba una importante rémora para que se desligara completamente la idea de tiempo de los ciclos solares (Digo "solares" porque en nuestra experiencia sensible es al Sol al que vemos salir por levante y ocultarse por poniente; pero no hay que olvidar que es la Tierra la que provoca los ciclos diarios con su rotación).
Me refiero a la definición del patrón de tiempo que hasta mediados del siglo XX se definía en función de la rotación terrestre. En el siglo XIX varias instituciones científicas europeas acordaron definir el segundo como "la ochenta y seis mil cuatrocentésima parte de un día solar medio" [1/86.400=1/(24x60x60)].
Si a nivel popular cuando se miraba un reloj nadie pensaba ya en los ciclos solares, a nivel científico aún se tenía claro que lo que se medía con el segundo (los minutos o las horas) no era mas que una cifra referida a los ciclos solares (y sin ninguna relación con ninguna "dimensión física real").
Aún quedaba una tercera modificación de nuestro referente cronológico que eliminaba por completo cualquier referencia del tiempo a la realidad de los ciclos solares.
En el siguiente post continuaremos con esta tercera modificación.
La división de la jornada en horas usada por los israelitas en épocas bíblicas:
En tiempos bíblicos, las horas se medían de forma diferente a como las conocemos hoy. Los días se dividían principalmente en periodos generales basados en la luz del sol y la oscuridad, sin el uso de relojes mecánicos. Aquí te explico cómo lo hacían:
1. División del Día en Horas
- Día: Se dividía en 12 horas, que comenzaban al amanecer y terminaban al anochecer. Esto significa que la duración de una "hora" variaba dependiendo de la estación, pues los días eran más largos en verano y más cortos en invierno.
- Noche: También se dividía en periodos llamados "vigilias" o "guardias", que eran cuatro: atardecer, medianoche, canto del gallo y amanecer.
Por ejemplo, la hora tercera (tercera hora) correspondía aproximadamente a las 9 a.m., y la sexta hora a mediodía, aunque estas eran aproximaciones.
2. Vigilias Nocturnas
- Los judíos dividían la noche en tres vigilias, pero bajo la influencia romana, más tarde usaron cuatro. Estas eran:
- Primera vigilia: al anochecer (6 p.m. a 9 p.m.)
- Segunda vigilia: alrededor de la medianoche (9 p.m. a 12 a.m.)
- Tercera vigilia: el "canto del gallo" (12 a.m. a 3 a.m.)
- Cuarta vigilia: hasta el amanecer (3 a.m. a 6 a.m.)
3. Horas Variables
Como la duración de las horas cambiaba según la época del año, estas horas se ajustaban según la luz solar disponible. Por ejemplo, en verano, las horas de luz duraban más, y en invierno eran más cortas. Así, el sistema de horas no era fijo, sino que se basaba en la observación del sol.
Este sistema aparece en varios textos bíblicos, donde se mencionan horas como la "tercera" o la "sexta", o vigilias como la del "canto del gallo" en la noche, indicando el momento del día de forma aproximada.
(Elaborado por ChatGPT)
(El 02/11/2024 todos los enlaces incluidos en este post estaban activos.)
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