La Biblia también en el Quijote.

Díaz Ramírez presenta su obra ‘La religión en el Quijote’
El pasado 11 de noviembre fue presentado en el antiguo Convento de La Merced de Ciudad Real la última obra del sacerdote Esaú de María Díaz Ramírez, la cual lleva por título ‘La religión en el Quijote’. Un acto en el que estuvo presente, además del propio autor, la delegada provincial de Cultura, Turismo y Artesanía, Carmen Teresa Olmedo, la poetisa Pilar Serrano de Menchén, Luis Díaz-Cacho Campillo, quien se encargo de presentar y dirigir el acto, Nemesio Pineño, quien se encargó de leer la biografía del autor, y José María Arcos, que recitó parte de la obra de Díaz Ramírez.
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^{(Por  Ernest Alós)}

[Extracto del texto de presentación de la obra a cargo de la poetisa Pilar Serrano de Menchén]

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Es verdad que el Manco de Lepanto no parece un escritor religioso. Y es verdad que el Quijote no es un libro de espiritualidad religiosa, como pudiera serlo la “Divina comedia” de Dante o “El paraíso perdido” de Milton. Es más, hay muchos cervantistas que dicen no estar de acuerdo en cuanto a la sinceridad de Cervantes al aludir a las cuestiones religiosas.  Ortega y Gasset, así como Américo Castro, (por citar dos de los más principales), hablaron de la hipocresía de Cervantes. Dijeron: que cuando trataba en el Quijote el tema religioso, fingía; y esta opinión se divulgó por el extranjero. También algunos hispanistas llegaron, llegan a decir, que Cervantes es un hábil hipócrita y ha de ser leído e interpretado con suma reserva en asuntos que afecten a la religión y a la moral.

Otros estudiosos, sin embargo, anotan todo lo contrario. Y hay otros, como el escritor Juan Antonio Monroy, (La Biblia en el Quijote, Ed. Clie), no sólo dice que el Quijote suma unas 300 referencias bíblicas, sino que los conocimientos bíblicos de Cervantes se hacen patentes en el primer acercamiento a su obra. Por otro lado, Linares de Rivas habla del Quijote como “Biblia literaria” y Washington Irvin dice que “el Quijote es la Biblia en lo profano”.

Y esto último lo que deja claramente bien expuesto don Esaú en su libro; pues a lo largo del texto nos hace observar que hay numerosas alusiones: encubiertas, claras, parafraseadas, citadas textualmente o dejando ver un trasfondo bíblico, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento, en el libro de don Quijote. Y lo hace sin dejarse llevar por unas u otras opiniones, por lo que aquí bien se puede anotar lo que dijo Machado: “Hay que dar doble luz a los versos para que puedan ser leídos de frente y de sesgo”.

Sea el lector el que juzgue, escribe don Esaú de esa porción de citas sagradas o alusivas a la moral y la ética. Citas que, según dicen los expertos, son de versiones en latín de las Sagradas Escrituras, las cuales Cervantes tradujo libremente. ¿Por qué lo hizo de esa forma? Simplemente, porque en la España del s. XVII era peligroso el simple hecho de tener una Biblia en la lengua del pueblo. Por ello, el escritor tuvo buen cuidado en decir sin hablar. Así, cuando el cura y el barbero diseccionan la biblioteca del Hidalgo no encuentran ninguna Biblia.

Mas nadie puede negar que don Alonso Quijano conocía las Sagradas Escrituras; ya que no sólo sabe diferenciar entre unas escrituras y otras: Antiguo y Nuevo Testamento, sino que, en su discurso del capítulo XXXVII de la primera parte, (discurso de las armas y la letras), al hablar de las palabras dice: (y no hablo ahora de las Divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste, ninguno otro se le puede igualar). Y no sólo deja escrito, pese a los detractores, el autor del Quijote lo que piensa de la Biblia, sino que en el Prólogo de la I Parte, la llama tres veces “Divina Escritura”.

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