Hasta ahora había conseguido discernir con cierta claridad la mentira del engaño. Los medios de comunicación y el marketing comercial apuran tanto el límite entre verdad, mentira y engaño, que no queda más remedio que aspirar a convertirse en un experto a fin de no caer en la redes de la confusión.
¿Porque necesitan apurar tanto ese límite? Porque la verdad no siempre consigue movilizar en el sentido que interesa. Porque la mentira es relativamente fácil de evidenciar, denunciar y evitar. Porque sólo en el reino del engaño se puede permanecer relativamente invulnerable a la acción de la “justicia legal”. Y porque no hay nada como el sutil engaño para la “conducción” efectiva de grandes masas sociales bajo el estado de “cierta confusión” bien diseñada. Así es como se cosechan más frutos entre votantes y consumidores.
Pues bien, a pesar de precauciones ante las artimañas de confusión, estas pasadas Navidades me derrumbé cuando me negaron una devolución porque el producto estaba desembalado y “se había utilizado”. ¿Cómo es posible? ¡Si en la publicidad se especifica con grandes letras “Garantía de devolución”! (Véase la foto).
Cogí un folleto publicitario y se lo mostré a la empleada: “Garantía de devolución”, en grandes letras con alturas de 17 y 12.5 mm.
- ¿Qué tiene que decir a este compromiso de la cadena, señorita? –pregunté.
- Se especifica a continuación, en la letra pequeña: “Si no queda satisfecho le cambiamos el producto… siempre que el producto no haya sido utilizado…” – me contestó.
Era cierto, estaba escrito, con letras de altura 1.4 mm, “diez veces” más pequeñas que las del texto que especificaba la garantía de devolución. Pude mentir y decirle que no se había usado, pero en aplicación de los principios bíblicos, no lo hice. Se trataba de un marco digital, y ciertamente habíamos visualizado fotos.
Preferí preguntar ¿cómo es posible probar sin desembalar y hacer funcionar? (en este caso para comprobar la resolución y calidad de reproducción). Pero a esta pregunta no hubo respuesta.
Volví a casa rumiando por ver si conseguía “catalogar” la incidencia con Mediamark. De hecho, fue a raíz de este incidente que escribí el artículo “Matizando la mentira y el engaño”.
Conforme a lo que se expone en el artículo antes mencionado, está claro que no hay mentira: no se afirma nada contrario a la realidad de hechos o evidencias.
Respecto a que sea un engaño… no puedo afirmarlo. Juzgad vosotros. Lo cierto es que yo acabé confundido:
De la primera lectura del folleto saqué la conclusión de que podía comprar, y en caso de insatisfacción, devolver. Y claro, para evaluar la satisfacción, probar el producto.
Fue preciso que una empleada me guiara concretamente a un texto con tipos DIEZ VECES más pequeños para que tomara conciencia de la “amplitud” de esa garantía: solo se admite la devolución si tras comprar el producto sólo lo dejas en un estante, pues no se permite el uso ("en este caso de un marco digital, ni siquiera mirarlo"). Y además, es imprescindible devolverlo con el embalaje. ¿En base a qué puedes decidir la devolución, si no se admite probarlo? (para probarlo es necesario usarlo).
Queda una tercera opción. Quizás solo fue un error. ¡Ya se sabe!, con tanto división del trabajo, quizás un técnico se centró en el gigan-texto “Garantía de Devolución” y otro en el lilipu-texto que restringe la garantía un mero formalismo sin posibilidad de aplicación práctica. Claro, en un caso así, de no existir un tercer técnico que analice globalmente el conjunto, es fácil que se cuele erróneamente “un compromiso de devolución con la correspondiente salvaguarda legal que imposibilita hacer efectiva esa devolución”.
Aunque remota, reconozco que cabe esa posibilidad, por lo que si ese es el caso, y algún responsable de Mediamark pasa un día por esta página, le ruego deje un comentario aclaratorio.
¿Qué relación tiene esto con la Biblia o con los propósitos de BíblicaMente.org de despertar interés hacia ella?
La respuesta es que la relación es muy escasa. Fue poco después del incidente en Mediamark cuando decidí incluir un pequeño artículo sobre el engaño. La idea no era más que ilustrar las características de confusión y desinformación propias de este mundo “de lobos” en el que nos movemos (Mat 10:16) y aportar los matices precisos para que no demos por cierto todo lo que no es mentira. Y es que el ejercicio de la prudencia, cuando se anda en medio de “lobos”, precisa apurar hasta esos matices.
La extensión de lo escrito sobre la mentira y el engaño aconsejaba presentarlo en artículo aparte, lo cual hice semanas atrás. En cambio, la anécdota que pretendía ilustrar las cotas de “sibilinitud” a las que se llega con el fin de confundir quedó en el tintero. Así, pues, hoy os la traigo como complemento al artículo sobre la mentira y el engaño.
Otro comprador frustrado de Mediamark que he encontrado por Internet.
BíblicaMente.org
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